diumenge, 1 d’agost del 2010

encuentro furtivo

Lo ve llegar y empiezan a brotar lágrimas de sus ojos pardos, y pronto resbalan por sus sonrosadas mejillas hasta que llegan a la altura de su boca dónde humedecen sus labios de sandía. Entonces, él se aproxima y sigue a besos el rastro húmedo que han dejado las lágrimas hasta llegar a la boca. Allí se detiene por unos instantes y ella baja la mirada algo avergonzada. Él le dedica una amplia sonrisa y es entonces cuando sus labios se encuentran furtivamente como dos viejos amigos que llevaban una eternidad sin verse.