dimarts, 3 d’agost del 2010

empapada conoce a distraído

Salí del portal con la ropa de la noche anterior y con un sabor amargo en la boca. El sabor que me había dejado Jaime, el sabor de su estupidez. "¡Y encima llueve!" Quería escapar de allí cuanto antes así que no me preocupé por si mejoraba o no el tiempo. Me puse a correr intentando esquivar los charcos del suelo, aunque resultaba algo bastante estúpido porque la lluvía ya me había empapado toda. Cuando ya estaba cerca de mi casa vi al chico despistado que vivía a la vuelta de la esquina, un personaje curioso, pero tenía que reconocer que sus ojos verdes y su sonrisa esperanzadora tenían cierto encanto. Estaba observándome con su peculiar mirada perdida, a su lado, en el suelo, había unas flores que parecían haber estado en sus manos escasos segundos antes.
- Se te han caido las flores. - Le dije sin obtener respuesta alguna. - Perdona, tus flores. - Nada... - ¡Oye, perdona!- Al fin se dio cuenta de que le hablaba...
- ¡Ah! ¿Qué? Sí, ¡Dime! - Parecía estar bajando de las nubes al fin.
- Se te han caído las flores...
Bajó la mirada al suelo, pero en unos segundos la volvió hacia mí. Permanecimos unos instantes con las miradas clavadas el uno en el otro, sin decir nada. Era extraña la sensación de tranquilidad que me transmitía ese chico, tan extraña que me puse nerviosa y rápidamente le dije:
- Me llamo Nadia, vivo aquí en la esquina. Por si necesitas algo y eso...
- Yo David, vivo justo en este portal.- Me respondió con media sonrisa en la cara.
No pude evitar sonreírle, estaba feliz. Llevaba meses deseando conocer al chico despistado de la vuelta de la esquina.